“Por más que la infamia sella la memoria no conseguirá borrar las experiencias, que tantos de nosotros y nosotras, hijos e hijas, crecidos en los barrios o pueblos de la clase obrera hemos vivido, la memoria del dolor frente a la explotación sufrida por nuestros padre y madres no impedirá la fidelidad a un destino, el gozo de la libertad conquistada y de la liberación material cercana.
Felisa. MTD Tierra y Libertad
Nuestra esperanza no será jamás nostalgia, irá mas allá…Esperanza… Organización”
El primero de mayo de 1886, los obreros de Chicago elevaron una sola voz “a partir de hoy 8 horas diarias, ni una sola más”. Han pasado 120 años, y la única manera de mejorar las condiciones de vida y de trabajo, continúa siendo la organización de la clase trabajadora.
Reivindicamos las banderas de quienes dieron su vida por el derecho a un trabajo digno. En las calles, en las fábricas recuperadas, en la lucha contra la injusticia social y la desocupación, en la denuncia de la esclavitud económica de cualquier ser humano, en cada una de estos actos está presente nuestro orgullo de pertenecer a la clase trabajadora.
Como trabajadores y trabajadoras de la educación tenemos muy claro que la lucha contra cualquier forma de explotación se construye colectivamente en todos los espacios, en el aula, con las y los estudiantes, en el proceso de enseñanza y aprendizaje, cuando se cuestiona la realidad para transformarla.
En Chicago de 1886, el poder replicó con dureza y la justicia, al servicio de una clase enceguecida, ahorcó a los dirigentes, sin embargo, la legitimidad de sus reclamos se mantienen en la memoria colectiva. Rodolfo Walsh escribió “En esas luchas y en esos muertos reconocemos nuestro fundamento, nuestro patrimonio, la tierra que pisamos, la voz con que queremos hablar, los actos que debemos hacer: esa gran revolución incumplida y traicionada pero viva en el corazón de los argentinos”.
Consejo Directivo Central, 28 de abril de 2006
Marcelo Nervi, Secretario Adjunto
Carlos Tolosa, Secretario General