Por la utopía de construir una sociedad distinta
Quien diga “yo no puedo hacer nada” está renunciando a la lucha y al hacerlo está renunciando a la esperanza. Todos podemos hacer algo, todos debemos hacerlo. La lucha por una escuela diferente, por una educación distinta, es la misma lucha por construir ese mundo que soñamos. Por eso mismo no es una lucha individual, es una lucha que a todos compromete.
Jesús Palacios (1989, p. 644).
Para quienes elegimos la tarea de educar como una forma de construir un mundo distinto sabemos que debemos afrontar el desafío de deconstruir infinidad de preconceptos, despojarnos de viejos prejuicios, enfrentar a una educación que se dice neutra y que incluye sólo los contenidos jerarquizados como “el saber necesario”, igual para todos, sin importarle quienes son que piensan, de donde vienen.
Que tenemos que desestimar un modelo educativo que enseña que «lo que es, será», que «lo que es, es la única realidad», que fragmenta por estratos y grupos, que divide entre cultos e incultos, que hace sujetos funcionales al sistema de la dominación, de mentalidad tecnocrática, tuercas de una maquinaria centrada en el lucro, llenos de respuestas a preguntas que nunca formularon.
Que es imperioso abandonar la práctica que profundiza el individualismo y la competencia en un mundo dividido entre incluidos y excluidos, en la que el mensaje fundamental es pelear contra el otro o la otra para ser uno de los incluidos,
Para quienes comprendemos que todo acto educativo es un acto político, y que transforma colectivamente para el bien común, estamos convencidos que se puede llevar a la práctica una educación que fomente el aprendizaje grupal porque sabemos que entre todos y todas aprendemos más, permitiéndonos la inclusión de todos los saberes que necesitamos y que se excluyen elitistamente de las aulas donde se reproduce la hegemonía de la clase dominante.
Como trabajadores y trabajadoras de la educación asumimos el reto de reconocernos para formarnos y formar sujetos críticos, dispuestos a desnaturalizar e historizar las relaciones sociales, capaces de pronunciar la palabra que ya no está presa de las imágenes y las ideas que colonizan las mentes y las voluntades, y que esa palabra desmitificará lo que nos venden como progreso y nos permitirá reconocernos en la diversidad.
Sabemos que asumir este desafío no es tarea fácil, pero a lo largo y a lo ancho del país cada día, en las aulas y en las calles hay compañeras y compañeros que junto con sus estudiantes creen que es posible la utopía, porque en la tarea de enseñar y aprender reconocen otra de las facetas del amor.
Cada vez que comprendemos que desde la escuela se puede transformar colectivamente la realidad nos estamos dando una oportunidad de vivir dignamente y transformamos en acción y verdad las palabras de Silvio Rodríguez “Debes amar la arcilla que va en tus manos, debes amar su arena hasta la locura, Sólo el amor alumbra lo que perdura, Sólo el amor convierte el milagro en barro”. Para todas las compañeras y compañeros les deseamos un felíz día.
Gral. Roca – Fiske Menuco, 8 de septiembre de 2006.
Marcelo Nervi, Secretario Adjunto
Carlos Tolosa, Secretario General