El cordobazo fue escrito con la sangre rebelde de los oprimidos. En mayo de 1969, la dictadura de Onganía y su autoproclamada “Revolución Argentina”, tambaleaba ante los conflictos obreros originados por el régimen oligárquico-militar.
Desde junio de 1966, el Gobierno había profundizado la represión política, la censura a los medios de comunicación, la intervención de universidades y un modelo económico que incluía salarios congelados y una fuerte devaluación. Esta situación se tradujo en el deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares de la población. Por aquellos años, Córdoba era la segunda provincia con mayor concentración industrial del país, lo que también implicaba altos niveles de organización obrera.
El descontento popular se profundizó el 12 de mayo 1969, cuando el Gobierno nacional derogó la Ley del “sábado inglés”, legislación que era producto de una reivindicación obrera y cuya eliminación reinstaló la jornada de 8 horas para ese día. El 26, Agustín Tosco llamó a un paro activo para el 29 de mayo, día en que se movilizaron trabajadores y trabajadoras de ambas CGT: La inolvidable CGT de los Argentinos de Amado Olmos, Ongaro y Rodolfo Walsh, y la Central oficialista de Vandor que no tuvo más remedio que sumarse a la voluntad popular.
Por miles, obreras, obreros, estudiantes llegaron hasta la plaza de Córdoba. Los tres máximos referentes del movimiento obrero cordobés marcharon al frente de sus filas: Agustín Tosco con el sindicato de Luz y Fuerza, Elpidio Torres de Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMATA) y Atilio López de la Unión Tranviarios Automotor (UTA). Al mediodía se desató el combate y el pueblo hizo retroceder a los represores. La victoria se había hecho realidad.
La policía se retiró de lugares estratégicos y desde allí tiró a matar. En ese contexto, un trabajador del sindicato de mecánicos, Máximo Mena, fue asesinado por las fuerzas policiales y el rumor de esa muerte recorrió la ciudad entera hasta que en Córdoba estalló la furia.
Cincuenta manzanas de la capital fueron tomadas por el pueblo. La dictadura de Onganía, desplegó todo su poder represivo. Los choques causaron más de una decena de muertos, cientos de heridos y los principales dirigentes obreros y universitarios detenidos. Sin embargo, la dictadura no pudo doblegar la resistencia, aún cuando las calles poco a poco volvieron a su ritmo normal, el país era distinto, la dictadura empezaba a resquebrajarse, la semana siguiente renunció su ministro de Economía, Adalberto Krieger Vasena, y apenas un año después el mismo Onganía.
Mayo del 69, en Córdoba, fue una muestra de toda una generación de soñadores y combatientes cuyos ideales siguen vigentes. Como congresales del CCLXXIX Congreso de la UnTER evocamos esta etapa gloriosa de la historia del pueblo y asumimos el desafío de mantener en alto sus banderas cada vez que entendemos que nuestras luchas son políticas como la memoria, como la educación y que se ganan cuando se realizan en conjunto, cuando no se abandonan porque, tal como decía el Compañero Tosco, la lucha nunca cesa, continúa a cada paso que se da a favor de la conciencia de clase y la defensa de los derechos de las y los trabajadores por la dignidad.
Conesa, 29 de mayo de 2009
Comisión de Prensa del Congreso: María Inés Hernádez, María Clara Busso, Pedro Bichara, Secretario de Prensa