En sus primeros pasos la UnTER debate permanentemente con las autoridades educativas sus condiciones de trabajo.

El 24 de marzo de 1976, el golpe de Estado que derrocó al gobierno de Isabel Perón, instalando su larga noche de horror, cerró también en Río Negro las puertas de la actividad política y sindical.

Luis Genga, Secretario General (74 – 76) recordó que “empieza una feroz persecución a varios compañeros docentes de la UnTER, entre los que me encuentro incluido. Y lamentablemente, va más allá de la persona, lo digo porque en mi caso particular la escuela donde trabajaba, donde me había restituido al cesar mis actividades sindicales, por mandato del Punto 7 de la Junta Militar, allanaron la escuela con alumnos adentro. Una serie de barbaridades que mejor no recordarlas”.

Durante los años de la dictadura militar el accionar represivo, enmarcado en la doctrina de la seguridad nacional, estuvo orientado a facilitar la imposición de un modelo económico social al servicio de las minorías dominantes.

Se intentó destruir las bases productivas que habían generado un poderoso movimiento popular y permitir la construcción de un nuevo país con las mayorías marginadas.

La represión tuvo por objetivo anular la organización de los sectores populares en pos de impedir el cuestionamiento y resistencia del proyecto de las minorías.

Las intervenciones a los sindicatos, las restricciones al accionar gremial, la supresión del derecho a huelga y los despidos masivos, la ocupación militar de los establecimientos fabriles y la existencia de miles de delegados y dirigentes detenidos y desaparecidos, entre ellos 600 trabajadores de la educación, fueron el complemento necesario de la caída del salario real, de la desocupación, de las modificaciones a la Ley de Contrato de Trabajo.

Malvinas, con la crudeza del dolor y la muerte de jóvenes argentinos desnuda a estas fuerzas armadas claudicantes y quiebra la soberbia de su poder sangriento.