El gobierno de Fernando De la Rúa comenzó a los tiros en el puente de Corrientes y terminó con una imperdonable masacre en la Plaza de Mayo, por la que deberá responder no sólo ante la historia, sino también ante la justicia.
La exasperación provocada por los planes de ajuste, implementados para pagar la deuda externa, la desocupación y la miseria, lanzaron al pueblo a la calle. La respuesta de los gobiernos provinciales y nacional fue la violencia para proteger la propiedad de los grupos económicos y financieros, (supermercados, bancos, etc.)
Cayó el gobierno de De la Rúa. Muertos, heridos y represión, antecedieron a su renuncia. La declaración del Estado de sitio, agudizó la situación de inconstitucionalidad y desconocimiento de los derechos.
En Roca el 19 y 20 de diciembre de 2001, la policía y el Grupo BORA dispararon gases lacrimógenos y balas de goma, a una movilización de 1500 personas que se manifestó en rechazo al plan político y económico de los gobiernos nacional y provincial. La represión dejó como saldo varios heridos y más de veinte detenidos. En Cipolletti Elvira Abaca falleció producto de una bala disparada desde un supermercado. Se acompañó a los familiares en el pedido de castigo a los responsables de su asesinato.
En diciembre de 2001 las y los docentes rionegrinos no percibieron parte del sueldo de noviembre. El gobierno adeudaba parte de los sueldos de octubre, aguinaldo, diciembre e incentivo.
La eterna crisis estalló, primero con los saqueos, después con los masivos cacerolazos. En menos de una semana se quebraron todas las certidumbres del pensamiento político y social Argentino. Se sucedieron las presidencias de Ramón Puertas, Adolfo Rodríguez Saa, Eduardo Camaño y Eduardo Duhalde. En las calientes jornadas que siguieron se terminó el aliento y la aceptación social del consenso de Washington, de los principios del neoliberalismo. Se abrió un largo año y medio donde la devaluación de la moneda encareció la subsistencia y pulverizó los salarios, acumulando a las angustias nacionales la miseria de los desocupados, la miseria de los salarios no cobrados, la imposibilidad de acceder a los ahorros y la despedida de los dólares del uno a uno, que cuando mucha gente quiso hacer cumplir las promesas del ministro delincuente Cavallo (aún impune) pudo verificar la enorme mentira de la convertibilidad: los dólares estaban disponibles para los poderosos, no para los comunes.
El 19 y 20 de diciembre el pueblo argentino decidió la rebeldía ante el estado de sitio del poco serio presidente de la Rúa, salió a las calles, otra pueblada más, parida desde el dolor, la bronca y el hartazgo expresada en la frase “que se vayan todos”.
Vaya nuestro sentido y emocionado homenaje a quienes perdieron la vida y a sus familiares en aquéllas jornadas.
Gral. Roca, Fiske Menuco, 19 de diciembre de 2011
Luis Giannini, Secretario de Prensa, Comunicación y Cultura