El Consejo Directivo Central de la UnTER se suma al duelo nacional que han definido las autoridades frente al torrencial suceso climático ocurrido en las ciudades de La Plata y Buenos Aires y sus poblaciones aledañas, expresando su condolencia y solidaridad con las familias que han sufrido la pérdida de sus seres queridos en estos lamentables hechos.
Nos deben reconfortar las espontáneas muestras de solidaridad que han surgido desde distintos lugares del país, con hechos concretos, donde las organizaciones sociales, sindicales y barriales han tenido un papel destacado. Instamos a la docencia rionegrina a sumarse a todas estas iniciativas en cada lugar de la provincia.
También nos debe preocupar la falta de conciencia generalizada que existe frente a la crisis civilizatoria que vivimos desde hace unos cuantos años, expresada en la enorme contradicción entre el modelo hiper consumista de permanente aumento de la producción de bienes poco durables y del crecimiento desconsiderado de los núcleos urbanos y las condiciones de hábitat real que se generan, cuando se están alterando todo el tiempo las dinámicas natuales, como la posibilidad de que las aguas escurran en territorios hiperpoblados, tapados de barreras de cemento, planificados de acuerdo a la ambición de ganancia inmobiliaria y no con relación a una vida sustentable. El cambio climático y sus fenómenos extremos como las lluvias copiosas y los tornados en la llanura, así como las sequías alternadas con fenómenos extremos en la meseta y cordillera, no son catástrofes imprevistas y reales pues existen estudios científicos que los han pronosticado hace muchos años. Lo catastrófico es no saber organizarnos y comenzar a adecuar nuestra forma de vida social para transcurrirlos sin perder vidas humanas, como supieron hacerlo en otros momentos históricos pueblos enteros, frente a fenómenos climáticos extremos, como las glaciaciones y otras etapas de calentamiento global. Lo único diferente es que nuestra forma de vida moderna, basada en la progresiva y generalizada quema de energía fósil ha acelerado grandemente el calentamiento global. Necesitamos debatir como sociedad cómo organizamos la vida en común para que nadie muera en el intento y para no seguir agudizando la catástrofe civilizatoria que hemos generado, donde los más ricos y poderosos (países, empresas, gobiernos, clases sociales, grupos corporativos) son los primeros culpables, pero la responsabilidad para cambiar debe ser de todos. En estas dramáticas circunstancias lo importante no es pensar cuánto se perdió o se puede perder materialmente, sino la asistencia y la contención, con el abrigo, el agua, la comida, el afecto, la educación y la atención sanitaria y psicológica de todas las personas que han padecido esta catástrofe, sin menoscabar ningún esfuerzo en mostrar la verdadera solidaridad y fraternidad como valores rectores en una sociedad que si no los practica no es democrática, ni libertaria, ni nada. Si la cara visible de la sociedad organizada es la represión y el discurso dominante es “no me toquen el bolsillo o la mercadería”, o sea el individualismo mezquino y conservador del mercado como rector de nuestras posturas, estamos perdidos. Confiamos en los millones de argentinos que, desde distintos lugares, apuestan y sostienen un sistema de vida fundado en la solidaridad y en la ampliación de derechos para todas y todos distribuyendo la riqueza y no concentrándola, que en las circunstancias críticas es puesto a prueba en sus capacidades de respuesta.
Quienes no estén a la altura de esa realidad deberían replantearse seriamente el sentido de los lugares que ocupan.
Luis Giannini, Sec. de Prensa
Jorge Molina, Sec. General.
Fiske Menuco, 5 de abril de 2013