Estas líneas no tienen el tiempo para esperar a mi, a veces lenta, memoria. No puedo, tampoco, hacer un detalle enfáticamente cuantitativo, como así tampoco, ni mucho menos, puntilloso. Luego de haberme sincerado respecto de mis limitaciones, les puedo contar algunas bellas instancias; aquellas imágenes que naturalmente se me vienen con una emoción militantemente huracanada. En este sentido, no solo me llevo las valiosas apreciaciones de cada uno de los exponentes, sino también, aquellos acalorados debates con compañeros y compañeras que, más allá de nuestras diferencias, estamos, en definitiva, por algo fundamental: La voluntad de poder debatir política en el ámbito educativo.
Para no volar entre las nubes, como es habitual en quien les escribe, organizaré el texto en dos partes. La primera parte será dedicada a algunas exposiciones y algunas reflexiones personales; la segunda estará dedicada a los debates y diálogos entre compañeros y, con esto, una suerte de balance general al respecto (esto último teniendo en cuenta mi primera aclaración).
Algunas de las exposiciones:
Haciendo el esfuerzo enorme de luchar contra mis indefectibles olvidos, tengo la imagen del compañero Jorge Molina, nuestro secretario general, marcando una postura clara; en materia educativa recuperando al gran Paulo Freire y esa siempre pertinente frase de que los docentes vamos a cambiar a los que van a cambiar al mundo y, en materia política, aclarando que la postura de UnTER en concordancia con las del proyecto nacional, no implica que renunciemos a nuestros legítimos reclamos y reivindicaciones. Además fue muy acertado al decir que en la convocatoria a esta actividad no se engañó a nadie, sino que, por el contrario, todos y todas sabíamos a qué iba dirigido este congreso. Aquí es donde hacen agua ciertos teólogos prístinos de la vieja concepción “apolítica” e “imparcial” de la educación que acusan zonzamente a que en este tipo de congresos se hace “adoctrinamiento”. Para estos prontamente extintos cual reptil prehistórico, hablar de política es pervertir a la juventud; los mismos que tampoco dudan en caracterizar al estudiante como aquel que no quiere aprender nada. Estos señores que con suerte son decimonónicos no quieren que los y las estudiantes hablen y piensen; cuando el pensamiento es transformador, peligra su status quo que reposa incómodamente sobre dos pies de barro. Sin irme demasiado del eje, y para comenzar, tuvimos la suerte de comenzar con nada más y nada menos que Ricardo Forster.
Forster comenzó su charla con algo que me impactó; utilizó una palabra que tiene que ver con el bello arte del oficio que es el ser artesanos de imaginar otro mundo. Aquella palabra –artesanos- implica que esa evocación a la imaginación conlleva indefectiblemente a un acto amor indiscutible. Este acto de imaginar me hizo recordar a Slavoj Žižek, uno de los pensadores marxistas más influyentes de la actualidad, cuando plantea que para este siglo la tarea de nuestra humanidad es preguntarnos qué queremos para superar las premisas actualmente existentes. Forster fue atinado en decir que no podemos perder nuestro capital cultural. Su gesto final fue una síntesis a lo planteado; cerró su discurso levantando el puño y los dedos en V. Ese lenguaje corporal amerita a una matriz profunda: la de pensar un proyecto de izquierda superador. Esa siempre vigente premisa hegeliana del “superar conservando”; iremos hacia la emancipación pero siempre llevando con nosotros lo indefectiblemente nuestro, aquel “hecho maldito” al que hacía referencia el gran John William Cooke, es decir, al peronismo como aquel momento irruptivo en la vida de nuestro país.
Otro gran discurso de aquel día fue el de los compañeros de Chile. En este caso, uno muy especial para mí, para el cual quiero hacer un apartado. Con el camarada Mario Domínguez, el estudiante expositor y miembro de la Juventud Comunista de Chile, con quien tuve el privilegio de entablar una amena fraternidad -por no decir una amistad-. Con él compartimos acalorados debates sobre el peronismo, el PC, sobre filosofía, arte, autores y, obviamente, sobre las necesidades urgentes de nuestros compañeros y compañeras chilenas que versan en materia educativa. Los dos tenemos 26 años; él, un estudiante de sociología, haciendo su tesis sobre Mariátegui, y yo Profesor en Historia. Hablamos desde el marxismo latinoamericano hasta de los discos de Sumo. Aquel “jotoso”, como se llaman entre ellos, me abrió los ojos: realmente lo nuestro ha sido una década ganada. Mientras ellos heroicamente abogan por el legítimo derecho a una educación pública, nosotros estamos pensando en cómo poder llevar a cabo un proyecto emancipatorio. Ellos han despertado, el pueblo ha dicho basta a una forma de gobernar. En nuestro caso, estamos en el terreno de la acción, con los aciertos y desaciertos que esto conlleva pero, a fin de cuentas, construyendo un nuevo paradigma; como dijo la siempre resplandeciente Estela de Carlotto, a la que le dedicaré todas las líneas que pueda, “por muchas décadas ganadas más”. A mí me gusta aquella premisa libertaria la cual aclara que las libertades no se piden, se toman.
Ya que mencioné a la querida Estela de Carlotto, no puedo más que dedicarle las más puras de mis emociones. Una mujer de 84 años que venía viajando desde hace días, una verdadera leona como supo decir en su discurso. El material divulgativo y educativo de las abuelas es impecable; desde libros, relatos, hasta los cuentos para los niñitos y niñitas del jardín. El gesto de nobleza se vio cuando Estela lo invita a un hombre que aprecio mucho, a Cacho Cacopardo: hombre que sufrió en carne viva lo peor de nuestro pasado reciente. Ese gesto de permitirle a Cacho presentar a Estela, habla de una integridad inamovible por donde se la mire. Estela tiene esa gran virtud que tienen hombres de la talla de Eduardo Galeano o Víctor Hugo Morales: la de transmitir ideas con las justas palabras. No necesita dar un manifiesto. Con breves y enfáticas palabras da en la tecla. Sería redúndate si digo que las Abuelas son un ejemplo de lucha pero, además de eso, son grandes maestras de la vida; un docencia intachable para nuestra construcción de una democracia cada vez más inclusiva. El ver a mis compañeros y compañeras conteniéndose las lágrimas, y el escuchar esos aplausos atronadores hicieron de mi, un hombre al que no le enseñaron a llorar, que tuviera que largar vírgenes lágrimas de puro y noble amor. Lamentablemente no tengo el don de Estela de decir las palabras justas; soy un alborotado y creo que cualquier cosa que diga de ese momento está de más.
En este párrafo quiero decir ¡Chapó! Porque además de alborotado he sido un obstinado en términos de prejuicio para con gente del arte popular. Me estoy refiriendo a Ignacio Copani. Quedé, sinceramente, impactado. Nunca vi a alguien que con una guitarra y un micrófono fuera haciendo retazos de canciones en el medio de una línea discursiva. Desde la mención de José María Gatica hasta el Flaco Spinetta pasando por Serrat, Gardel y otros nombres más de la canción popular. Escuchar a Copani cantar “Plegaria para un niño dormido” o “Necesito” hacen que en este momento, mientras escribo, escuche “María Eva” que me lo recomendó una compañera.
Como habrán notado, hay algunos exponentes que no mencioné pero, en última instancia, mi memoria, insisto, es más lenta que mi espíritu y, por ello, más sabia. Obviamente no me olvido completamente del colega Escurra y de su planteo sobre la puja redistributiva. Algo que no pasó nunca por la cabeza de Duhalde y que hoy por hoy es el gran desafío de nuestro gobierno. También recordar los discursos del compañero Hugo Yasky y de la compañera Estela Maldonado; traer a colación el petitorio de las universidades privadas habla de quienes tenemos en frente son verdaderamente patéticos; las universidades privadas se sienten aparentemente “discriminadas”. Yo puedo entender la mediocridad, me incluyo a veces en ella, pero, lo que no soporto es el patetismo. Hugo Yasky tuvo un discurso fuerte y sincero, sin frases armaditas para quedar bien.
La noche avisaba el fin de la jornada. Caminando por aquellas calles de Bariloche, tenía el espíritu revuelto; la gente me caminaba a mí, toda la ciudad y el mundo me llevaban cual escalera mecánica. No necesitaba más que una ducha y otra vez al ruedo. Mi vida siempre rozó entre una suerte de “emotividad climatológica”; el frío siempre me tira a menos, me golpea y me dice “quedate adentro”. La verdad es que no me importaba; demasiado fuego había en mi, tan solo lo estaba asimilando.
Al día siguiente, cada grupillo con su comisión. En mi caso particular estuve escuchando sobre uno de los procesos más originales y vanguardistas del mundo: sobre el Estado Plurinacional de Bolivia. Como ellos han cambiado los viejos paradigmas de la usina liberal burguesa en pos de la creación originaria; materialización de esto es la Constitución de 2009. Tarea indispensable es pensar a futuro un cúmulo de categorizaciones propias que nos permitan hacer una aproximación más eficaz a nuestra realidad latinoamericana; en cierta forma es un llamamiento a romper un poco con las concepciones euorocéntricas que durante mucho tiempo hemos sabido llevar.
A posteriores nos enteramos que Don Osvaldo Bayer, eminencia si las habrá, no había podido venir. Quién tuvo su turno fue el embajador de Cuba, Jorge Ernesto Lamadrid Mascaró presentando el libro sobre la vida del Comandante Fidel Castro Ruz y el atinado título de la autora, Katiuska Blanco Guerrillero del tiempo. El compañero Lamadrid, relacionista internacional, maneja con precisión un cúmulo de datos y de años que es admirable. Destacó acertadamente a mi juicio los logros de nuestra Argentina actual; también recordó cuando el General Perón desoyó el bloqueo a Cuba. Recuerdo de más joven ver entre todo es cúmulo de impresentables cipayos y títeres gobernantes latinoamericanos del ´90 a un Fidel que resaltaba inevitablemente; una luz de esperanza al discurso hegemonizante de Francis Fukuyama era verlo a Fidel resistir. Me resultaba extraño ese hombre de barba; mientras la clase política se maquillaba para entrar al despacho de Bush padre y luego de Clinton, Fidel planteaba la necesidad imperiosa de seguir luchando hasta el final de nuestros días. Luego llegó Chávez, Néstor, Lula, Correa, Evo y el corazón de la patria grande se había empezado a recomponer. Fue interesante también ese correlato entre Martí y Fidel; esto de definir a Fidel como un marxista leninista martiano.
Luego y quizás uno de los mejores momentos de la jornada, sin ninguna duda, fue la intervención de Víctor Hugo Morales. Me llamaba la atención lo siguiente: mientras la gente lo aplaudía en determinados momentos, el no se detenía sino que, por el contrario, continuaba hablando con su actitud parsimoniosa. Nos habló de la Justicia, de cómo estamos viviendo bajo la sombra de las cautelares de jueces de primera instancia. También insistió en la importancia de la Ley de Medios, aunque es un escéptico en cuanto a decisión que tomará la Corte Suprema. También mencionó la falta de ética periodística como en el reciente caso del diario “Muy” (perteneciente al Grupo Clarín) publicando las fotos de Ángles Rawson. A fin de cuentas rescato esta idea de que “Lo bueno de mi es por los docentes que tuve”: ahí está en definitiva nuestra tarea como docentes, que podamos ser verdaderos dadores de cultura.
Diálogos con docentes y conclusiones generales:
Aquí quiero recordar algunas de las voces de mis compañeros y compañeras. Noté cierto atributo de cambio que, en definitiva, generan un arco de esperanzas a todo lo recién mencionado. Varios destacan la necesidad de incorporar a la política en las escuelas el problema, quizás, es el cómo. En mi caso, soy un docente con antigüedad cero, pero 1 mes en educación, y ver verdaderos actos de brutalidad de algunos que me dan vergüenza ajena me han hecho focalizar un problema clarísimo: estamos en la puja entre dos modelos de escuela. El primero, el cual promuevo contra viento y marea, es uno por el cual podamos trabajar junto al estudiantado, desde posiciones cada vez más horizontales, trabajando lo procesual y pensándonos como trabajadores sociales. Por el otro, tenemos la concepción bancaria de la educación del “yo lo sé todo” y el alumno nada; con esto último con clisés tales como que “los estudiantes son unos vagos”, “no les importa nada”, “no quieren aprender”. Lo que no se han podido preguntar estos sujetos es en última instancia ¿Por qué no quieren aprender? Cómo bien señaló una compañera de Villa Regina, que tenemos una escuela del siglo XIX, con docentes del siglo XX y estudiantes del siglo XXI. Más de dos siglos como para debatir y ¿Por qué no? ¿Cuál es el problema con el debate? Cuando uno es crítico y argumenta con estos planteos hay quienes dicen que trabajan por necesidad pero ¿Dónde está la vocación? Yo no opero estómagos por necesidad, no saco muelas por la misma razón ¿De qué vocación vamos a hablar con aquellas caracterizaciones hacia el sujeto que aprende? Por otro lado, no faltaron las discusiones con jóvenes docentes y terminábamos concluyendo cosas similares. Nuestra demanda es que hay quienes que bajo esta lógica totalmente residual nos quieren acallar con la supuesta voz de experiencia ¿La experiencia de quién? Poco relevantes son años de fracaso, de exclusión, de marginalidad, de injurias ¿Esa es la experiencia que tenemos que seguir? “Ya te vas a cansar” suelen decir. Siempre temo a esa consigna; el día que me jubile quiero tener estas convicciones y, con el plus de una experiencia que no quiero imponer sino compartir con aquellos docentes que vengan detrás de mí.
Con Mario Domínguez no faltaron, por ejemplo, aportes e intercambio de ideas; hasta inclusive salió la idea de transcribir clásicos del marxismo al sistema braille. Largas conversaciones sobre el peronismo, sobre la coyuntura en la que estamos atravesando como Latinoamérica y específicamente el momento que estamos viviendo en la Argentina ¿Qué mejor clima que este para sentarnos a debatir? Pareciera que para algunos decir Evita, El Che, Marx es como hablar del “Hombre de la Bolsa”; material vedado para la juventud. A partir de ahora en Río Negro tendremos a cada escuela con su respectivo centro de estudiantes ¿Qué mejor que ellos tengan acceso a estos célebres personajes? Hay una idea patética, de las tantas que giran, por la cual la criticidad del estudiante va a llegar a partir de una perspectiva tecnócrata disfrazada de “progresismo de papel”. A la criticidad no se llega diciendo “lean de la 1 a la 6 y hagan la pregunta 1, 2 y 3 del manual “X”. Por el contrario, a la criticidad se llega interpelando, debatiendo y, por sobre todas las cosas, incorporando las inquietudes del estudiante. Que un docente se pare, en mi caso la Historia, desde una perspectiva no implica “adoctrinamiento”. Adoctrinamiento sería el ego estúpido de desaprobar a un estudiante porque con fundamentos me da vuelta una idea: ¡Eso es criticidad! Celebro esas instancias.
UnTER en su título fue claro y cumplió: “El Trabajo Docente y La Tarea de los Sindicatos en el Contexto Político de la Patria Grande”. No escapamos a las coyunturas; nuestro debate en una provincia del Sur del país suma enormemente a otros nudos problemáticos que van sumando otras regiones hasta constituir al enorme territorio latinoamericano. Pensemos que gente con realidades distintas dentro de una provincia, pudimos pensar y repensar el rol nuestro como trabajadores de la educación. El poder compartir esas realidades nos hace mejores, nos dignifica. Mi ansiedad pudo conmigo: no disfruto del escribir. Sin embargo, necesitaba realizar este texto. Cuando la gente de la Escuela “Rodolfo Walsh” me buscó para que haga esto, no lo dudé ni por un segundo (te dije Coco, mi efectividad para con la escritura no es otra cosa más que mi ansiedad por terminar las cosas cuanto antes). Inmediatamente después de bajar del colectivo tuve la necesidad imperiosa de compartir en letras con ustedes esta experiencia que no deja de ser la mía pero, a fin de cuentas, lo único que puedo hacer. Me llena de orgullo tener compañeros y compañeras así en los distintos lugares de la provincia. Nos queda mucho por hacer y creo que le estamos encontrando la vuelta al todo. Dejo mi más fraterno saludo a todos y a todas.
Prof. Agustín Prado
Agrupación Florencia Fosatti/ UnTER
30/06/2013, Fiske Menuco, Río Negro.