Audiovisual que se compartió en el 1º Congreso Socioambiental para, al decir de Eduardo Galeano, recordar y “volver a pasar por el corazón”.
Andrés Carraso
Denunció los efectos devastadores del compuesto herbicida sobre los embriones humanos. Esperaba una reacción, “pero no tan violenta”: fue amenazado, le armaron una campaña de desprestigio y hasta afirmaron que sus investigaciones no existían. Carrasco contesta y renueva sus cargos contra las multinacionales químicas.
Académico y neurocientífico. Presidió el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) entre 2000 y 2001, y fue un reconocido especialista internacional en biología del desarrollo.
Luchador contra los efectos de los agroquímicos en las personas. Murió a los 67 años, el 10 de mayo de 2014.
Se especializó en embriología molecular, específicamente en el estudio de genes asociados con el desarrollo embrionario de vertebrados. Además de su trabajo como investigador, fue subsecretario de Innovación Científica y Tecnológica del Ministerio de Defensa de la Nación.
La tecnología aplicada por compañías agroquímicas como Monsanto en el campo de la agricultura, lo tuvo como principal opositor a sus políticas de implementación de pesticidas sobre los alimentos. Tanto las corporaciones como el propio Gobierno lo enfrentaron.
“Creen que pueden ensuciar fácilmente treinta años de carrera. Son hipócritas, cipayos de las corporaciones, pero tienen miedo. Saben que no pueden tapar el sol con la mano. Hay pruebas científicas y, sobre todo, hay centenares de pueblos que son la prueba viva de la emergencia sanitaria”, Andrés Carrasco.
Berta Cáceres
La coordinadora del Consejo de Pueblos Indígenas de Honduras, Berta Cáceres, fue asesinada en su casa de habitación en La Esperanza, Intibucá, la madrugada del 3 de marzo de 2016. Con la fuerza de un río bajando de la montaña, la noticia corrió por toda América latina, piedra contra piedra anunciando el asesinato de la líder Bertha Cáceres, una voz fundamental en la denuncia del golpe de Estado que sufrió Honduras en 2009, una voz que potenció la de los pueblos originarios de su tierra, que se enfrentó contra las empresas transnacionales extractivistas que la tenían amenazada.
Su familia y las organizaciones de todo el continente relacionan el crimen con su oposición al proyecto hidroeléctrico sobre el río Gualcarque que afectaría, sobre todo, a su comunidad, el pueblo Lenca.
La pérdida de esta líder que se enfrentaba al mismo tiempo al patriarcado y al capitalismo cruza fronteras tanto como las cruzaba su lucha en contra de las opresiones contra nuestros territorios: el territorio cuerpo de las mujeres, el territorio tierra.
Claudia Korol, Resumen Latinoamericano, Página12, 15/03/16.
“¡Despertemos! ¡Despertemos Humanidad! ¡Ya no hay tiempo! Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de sólo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal”. Bertha Cáceres, el 20 de abril del 2015, al recibir en California, el Premio Ambiental Goldman.
Chico Mendes
Francisco Alves Mendes Filho, “Chico Mendes”, recolector de caucho, sindicalista y activista ambiental brasileño. Fundó un sindicato de recolectores de caucho y conductores de camiones en un intento por preservar sus trabajos y la selva tropical al mismo tiempo. Primer presidente de la CUT, fundada en 1984.
Asesinado, frente a su casa, el 22 de diciembre de 1988, a los 44 años. El poder de los grandes hacendados solo le quitó la existencia física pero Chico se transformó en un referente latinoamericano, sindical y ambiental, que nos invita a seguir recreando ese perfil de trabajador, sindicalista y ambientalista, para la construcción de un mundo más justo en lo Socio Ambiental.
“Defender un espacio de la tierra es defender la tierra toda. Nuestra victoria depende de nuestra organización y nuestra disciplina…”
José Claudio Ribeiro da Silva y María do Espírito Santo da Silva
Fueron muertos a tiros el 24 de mayo de 2011, en la reserva ambiental donde vivían desde hacía más de dos décadas en el estado de Pará, Amazonia de Brazil. La pareja era blanco de amenazas desde hacía años por sus denuncias contra madereros interesados en invadir la reserva para talar ilegalmente variedades de alto valor comercial como la caoba u otro tipo de árboles para la producción de carbón vegetal para la industria siderúrgica.
Ribeira da Silva y su esposa vivían en el Proyecto Agroextractivista (Paex) Praialta Piraneira, una reserva de más de 20.000 hectáreas en la que residen cerca de 500 familias, situada en la localidad de Nova Ipuxina, en el norte de Pará. En las reservas Paex está permitida la explotación sustentable de nueces, frutos y caucho, pero no la tala de árboles.
Ambos dirigentes del Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas de Pará, una organización no gubernamental fundada por Francisco “Chico” Mendes, el recolector de caucho y líder ecologista asesinado por ganaderos en 1988.
“Defenderé el bosque cueste lo que cueste. Y por eso puedo recibir una bala en la frente en cualquier momento, por mis denuncias contra los madereros. La gente me pregunta si tengo miedo. Sí, soy un ser humano, pero mi miedo no me silencia. Mientras tenga fuerzas para caminar denunciaré a los que destruyen el bosque”, Ribeiro da Silva en un foro internacional, Manaus, noviembre de 2010.
Cristian Ferreyra
Nació y vivió sus 23 años en el mismo lugar: el paraje San Antonio, al norte de Santiago del Estero. Quería mantener una forma de vida que implica trabajar la tierra, criar animales, sembrar y cosechar su comida. En 2011, la comunidad a la que pertenecía, resistía el intento de desalojo de sus territorios campesinos indígenas.
A pesar de su juventud era identificado como un referente, tranquilo, pero decidido a permanecer en territorio ancestral, a 60 kilómetros de Monte Quemado.
El MOCASE denunció en varias ocasiones la escalada de violencia contra quienes resisten los desalojos y combaten los desmontes de miles de hectáreas, en los departamentos de Copo, Pellegrini y Alberdi, en Santiago del Estero.
El 16 de noviembre de 2011, dos matones -que serían sicarios del empresario José Ciccioli- se presentaron en el domicilio de la familia Ferreyra. Una vez allí, dispararon a sangre fría con una escopeta contra Cristian, causándole la muerte. También fue herido Darío Godoy, de 26 años.
Entre 2009 y 2011, fueron asesinados en la Argentina cuatro campesinos e indígenas.
En 2014 el Tribunal Oral de primera nominación de Santiago del Estero liberó de culpa y cargo al empresario Jorge Ciccioli. El mismo estaba sindicado como el autor intelectual del asesinato e, incluso, el responsable de proveer las armas. Por otro lado, condenó a 10 años de prisión al autor material, Javier Juárez, quien permanecerá detenido; y al resto de los acusados – los hermanos Abregú y Juárez – también decidió absolverlos.
“Esto ocurre con complicidad y alevosía de parte de autoridades provinciales y funcionarios del Poder Judicial e instituciones como la Dirección Provincial de Bosques, que autorizó desmonte en un lugar donde viven familias campesinas indígenas de varias generaciones”, denunció, por ese entonces, el Mocase-Vía Campesina a través de un comunicado. La lógica del lucro avanza de la mano del agronegocio y, en consecuencia, la impunidad no cesa.
Cristina Lincopan
Lonko de la Comunidad Gelay Ko y falleció a los 30 años el 14 de marzo de 2013. El informe oficial dictaminó que murió de hipertensión pulmonar, aunque la comunidad mapuche afirma que la verdadera razón de su muerte radica en la contaminación que la actividad petrolera provoca en la zona donde residía.
Gelay Ko se ubica a pocos kilómetros de Zapala. Y es el lugar en donde se realizó el primer pozo para la hidrofractura de no convencionales en Latinoamérica. Tras la muerte de Lincopan, María Pichiñan, representante de la comunidad mapuche, relató que casi todos los integrantes de la comunidad tienen diferentes problemas de salud. “Sobre todo hay un problema generalizado que es respiratorio, lo tienen todos, los niños que van naciendo nacen con problemas pulmonares y eso no es natural para nadie. No puede ser de otra forma en un lugar tan contaminado como es Gelay Ko”.
Desde el APCA recuerdan que uno de los ejes fundamentales de estas luchas ha sido (y sigue siendo) la defensa del agua. El agua como fuente de vida, el agua como newen, el “agua para ser libres”.
“Decidimos hacer una movilización, tomar a la empresa y preguntarle qué tipo de pozo, ¿qué es lo que estaban haciendo?. La empresa vino, se sentó con nosotros y nos ofrecía trece mil pesos para que nosotros estemos callados, no podíamos saber nada de lo que ellos hacían, qué tipo de pozos, qué tipo de químicos usaban. Dijimos que no, que no ibamos a aceptar trece mil pesos, era a cambio de nuestra vida. Era nuestra vida la que estaba en juego”. Cristina Linkopán, documental “La Guerra del Fracking”.
Edwin Chota
Un día el electricista Edwin Chota se mudó a la Amazonía del Perú. Allí se enamoró de una mujer asháninka, ayudó a los nativos de la comunidad Saweto a organizarse y se convirtió en su líder.
Durante más de una década vivió amenazado de muerte por denunciar la tala ilegal de árboles en sus tierras.
Sus pedidos de protección fueron ignorados. Los traficantes de madera lo asesinaron el 1 de septiembre de 2014, junto a otros tres dirigentes asháninkas —Jorge Ríos, Francisco Pinedo y Leoncio Quintisima— en la selva del Alto Tamaya, mientras se dirigían a una asamblea en Brasil para organizar la defensa de sus territorios.
Jefe de Alto Tamaya-Saweto, una comunidad de la Amazonía con más de treinta familias, Chota —el único adulto que sabía leer y escribir allí— se enfurecía y levantaba los puños cuando denunciaba a los taladores ilegales que explotaban a los nativos saqueando el bosque donde vivía. «Era el único momento en que estaba serio», dice Julia Pérez, su viuda.
«Después era un bromista». Si sonreír es a veces un acto de diplomacia, Chota nunca arqueaba la boca frente un traficante de madera.
Fidel Arce
Aunque la muerte lo atajó a los 46 años y en cuestión de meses, Fidel Arce, concejal de Sierra Grande, Río Negro, quiso pensar en el futuro. Pidió a sus hijos que no lloraran. A sus amigos, que no gastaran plata en flores. Y al médico que lo atendía por la leucemia y el fulminante cáncer de pulmón, que ordenara su autopsia: sospechaba que podía haberse contaminado con PCB —un compuesto químico, altamente contaminante—, durante los años en que fue minero en Hipasam.
Javier Rodríguez Pardo
Falleció el 10 de julio de 2015. escritor y militante socioambiental, durante los últimos 30 años investigó y luchó contra la megaminería, la energía nuclear y el extractivismo. Fundador del Movimiento Antinuclear del Chubut (MACH) y un activo integrante de la Unión de Asambleas Ciudadanas (UAC) y de la Red Nacional de Acción Ecologista (RENACE).
Su aporte fue muy importante para la sanción de la Ley Nacional de Glaciares, el rechazo a la megaminería en Esquel (Chubut), y evitar que se instale un basurero nuclear de desechos radiactivos en Gastre (Chubut).
“Aunque consigamos reglamentaciones, las leyes muchas veces son papel higiénico: tenemos que seguir con las movilizaciones”, dijo en una entrevista a FM La Tribu, frente al Congreso, cuando se aprobó la Ley de Protección de Glaciares.