El 1 de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora, en homenaje a la gran huelga obrera que sucedió en 1886 en Chicago, por derechos laborales y una jornada laboral de 8 horas. Luego de una feroz represión, fueron condenados ocho sindicalistas anarquistas, cinco de ellos con pena de muerte. En 1889, en el marco del Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, se estableció esta fecha para recordar a los Mártires de Chicago.
A fines del SXIX, la jornada laboral podía durar desde 12 hasta 18 hs. El trabajo era sinónimo de explotación para hombres, mujeres y niñx;, estos últimos, además, tenían menores salarios. Estados Unidos iniciaba su poderío en el mercado, a costa de la salud y la vida de su clase trabajadora. Los sindicatos presionaron hasta lograr que el presidente Andrew Johnson promulgara la ley Ingersoll, estableciendo la jornada de ocho horas. El empresariado la desconoció, se inició la huelga, los medios de comunicación apoyaron la represión y todas sus terribles consecuencias.
A través del tiempo, la lucha en defensa de los derechos laborales ha sido una constante en la historia de los pueblos. Como escribía Rodolfo Walsh en su crónica del Cordobazo “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas.”
Las mayores conquistas se lograron con la unidad y la organización sindical. Con la claridad de saber que cada paso dado era el resultado de luchas anteriores, muchas veces de las derrotas surgieron las estrategias para recuperar energías, recuperar y ampliar derechos. La expectativa es mayor cuando los sectores populares lograr tener representación en los gobiernos. La historia también demuestra que ningún aliado del neoliberalismo actuó- ni actuará- en favor del pueblo, por ende siempre ubicará a la clase trabajadora entre sus enemigos potenciales.
La globalización, el avance de la derecha, la tecnología puesta al servicio del mercado ha generado nuevos desafíos para la clase trabajadora. No es casualidad que se promueva el cuentapropismo, la meritocracia, el trabajo “free-lance”. Como expone el filósofo coreano Byun Chul Han: “Ahora uno se explota a sí mismo figurándose que se está realizando; es la pérfida lógica del neoliberalismo que culmina en el síndrome del trabajador quemado”. El sistema avanza exaltando el derecho a la libertad, para lograr mayores ganancias a costa del sacrificio de lxs trabajadores. Hoy lo normal son las jornadas laborales de más de 8 horas. Con este presente vale preguntarse el para qué entregaron su vida los Mártires de Chicago.
En nuestro país, llevamos generaciones que han naturalizado derechos como por ejemplo al aguinaldo, las vacaciones pagas, el acceso a la salud, la jubilación. Desde mediados de siglo hasta la irrupción de la dictadura genocida, las luchas obreras habían logrado sostenerlos. Por esta razón, los sectores económicos promovieron y colaboraron con la destrucción de la industria nacional, la disolución de los sindicatos y la persecución de lxs trabajadores. Y por lo mismo, obstaculizan cada intento de llevar a juicio a los cómplices. Mantiene su cuota de poder, al punto de lograr llegar al gobierno por el voto popular, para poder sostener sus ganancias y su impunidad.
Lxs adalides de la derecha vuelven a vender espejitos de colores. Los medios hegemónicos siguen siendo cómplices de la entrega. Es posible escuchar a candidatxs hablar de propuestas para salir de la crisis que ellos mismos provocaron cuando fueron gobierno, endeudando al país por cien años, o provocando corridas bancarias que terminan impactando en la mesa de los trabajadores. Otro, hablar desaforado contra la casta política, mientras hace años que vive a costa de los fondos públicos.
Panorama por demás desalentador si solo nos remitimos a ver el presente. Es tiempo de mirar hacia atrás para reconstruirse. En Argentina, las Centrales Sindicales nacieron al calor de la resistencia, más allá de traiciones anunciadas, siempre fueron capaces de reinventarse cuando todo estaba en riesgo, El costo siempre fue alto, pero más temprano que tarde lograron revertir lo injusto. Ahora se suman nuevos actores, lxs trabajadorxs del campo popular, las organizaciones sociales que junto a los sindicatos lograron construir la red solidaria para sostenerse en un contexto tan inédito como complejo durante la pandemia.
Lo más disruptivo de este presente es que disminuye el desempleo, sin embargo aumentan lxs trabajadores pobres. La mayor responsabilidad radica en los sectores financieros que siguen especulando en el mercado financiero, no invierten para fortalecer la industrialización y además, son formadores de precios. Tal como lo analizamos en el documento de política sindical de UnTER, 20 empresas definen la vida de todo un pueblo. Urgen definiciones políticas que defiendan a los sectores populares, promuevan la industria nacional y el trabajo genuino, garanticen el acceso a la salud, educación y formación, la independencia económica, la soberanía y la protección de la naturaleza.
Nuestra provincia, como el país, padece las consecuencias de una deuda tomada unilateralmente. Los sindicatos estatales nos mantenemos en alerta permanente, discutiendo salarios y condiciones laborales dignas. Sumado a esto, el resultado de las últimas elecciones para la gobernación refleja la permanecía del staus quo de los sectores dominantes, que financiaron campañas por doquier y la avanzada de la derecha con sus recetas antipopulares.
Frente a esto, las centrales nacionales y todos los sindicatos de base tenemos la obligación de unificarnos, establecer estrategias conjuntas para recuperar Ipross para lxs trabajadores, organizarnos para discutir en una Mesa por el salario, que no solo aborde lo técnico de la composición de nuestro salario, sino con la mirada política para una equitativa redistribución de la riqueza. Pone en la mesa la necesidad de una reforma tributaria y judicial. Recuperar y proponer acciones tendientes a revitalizar las economías regionales, sin entregar los bienes comunes, protegiendo la naturaleza en pos del buen vivir. Seguir fragmentando los debates le sirve solamente a los sectores dominantes.
En este presente complejo, urge la memoria activa, recuperar las experiencias de luchas comunes que nos permitieron resistir antaño, repensar nuevas estrategias conjuntas, buscar consensos en las disidencias con el objetivo principal de defender los derechos de lxs trabajadorxs, que sostienen la economía provincial y luchar por lo que nuestro pueblo merece y fue bandera de resistencia en los tiempos más horrorosos de nuestra historia: Pan, Paz y Trabajo.
General Rica-Fiske Menuco, 1 de mayo de 2023.
María Inés “Lua” Hernández, Secretaria de Derechos Humanos, Género e Igualdad de Oportunidades.
Pablo Holzmann, Secretario de Prensa, Comunicación y Cultura.
María Castañeda, Secretaria Gremial y de Organización.
Gustavo Cifuentes, Secretario Adjunto.
Silvana Inostroza, Secretaria General.