En el inicio de este año escolar se cumplen treinta años de la transformación del nivel secundario que quiso ser y no la dejaron ser.
En marzo de 1986 como producto de decisiones políticas y de exigencia de la docencia organizada, luego de debates previos a la caída de la dictadura cívico-empresarial- eclesiástica y militar y posterior, en el proceso democrático, concluyen en la puesta en marcha de la transformación denominada Ciclo Básico Unificado, popularmente conocida como CBU.
La Resolución 964/86 del 13 de Mayo, firmada por el entonces Presidente del CPE, Prof. Sergio Bartolomé, sintetiza todos los acuerdos y definiciones que provenían del debate generalizado de crítica al funcionamiento de la Escuela Secundaria y que en el año 1984 mediante el Documento Base, que se gira desde las autoridades educativas de ese entonces, requieren de esta nueva definición.
En la norma se parte diciendo que:
- Se han detectado falencias en el nivel, las que se detallan a continuación: fragmentación del saber originado por la sumatoria de materias desvinculadas; programas enciclopedistas; desequilibrio curricular entre lo teórico – práctico y el trabajo intelectual y manual; sistema de evaluación cuantitativo; profesores remunerados por horas cátedra prestando servicios en varios Establecimientos, dificultándose así la tarea en equipo;
- El sistema educativo con su estructura burocrática y formal, en desmedro de lo docente y pedagógico, desjerarquiza el rol del docente y del alumno;
- Las falencias enumeradas requieren una pronta corrección a través de la puesta en marcha de proyectos tendientes a facilitar el trabajo interdisciplinario en equipo alrededor de objetivos, contenidos, actividades y formas de evaluación común, organizado mediante ejes integradores.
Desde esa posición la normativa fundante establece la necesidad de coordinación, reconocimiento de cargas horarias, componente de la sociedad, participación, formas organizativas institucionales, lineamientos curriculares claros y precisos, la exigencia de proyectos basados en la interdisciplinariedad, la organización curricular por áreas y un sistema de profesores por cargo que concentre sus actividades en un solo Establecimiento.
El eje y la mirada del para que, se definía claramente en el proceso de Democratización de la Escuela Media al plantearse que la Educación debe ser entendida entonces como un servicio social capaz de promover y afianzar el proceso liberador del pueblo argentino en el marco de una sociedad pluralista, haciendo real el principio democrático de la igualdad de oportunidades y posibilidades educativas y promoviendo a través de la educación, los ideales de tolerancia, respeto, y participación responsable. El conocimiento que es una forma de poder, es fundamentalmente un bien social que abre las puertas a la posibilidad del pensamiento reflexivo, el desarrollo del espíritu crítico, la libre opción y la participación comprometida en el quehacer económico, social, cultural y político de la sociedad democrática.
Esta puesta en marcha se inicia a todos los primeros años en la Localidad de El Bolsón y en la Escuela del Barrio Melipal de SC de Bariloche, para extenderlo a partir del año 1987 a todos los Establecimientos en la Provincia, la que se terminó aplicando a un porcentaje de Escuelas hasta su cierre definitivo en el año 1996.
Por primera vez en la historia educativa de Río Negro, que luego fue reconocida a Nivel Nacional como referencia, se impone una trasformación del nivel con solidez, con definiciones de acompañamiento político en todas sus dimensiones abarcando lo económico, lo pedagógico, lo estructural y lo comunitario. Esto es bueno reconocerlo al margen de las diferencias que pudieron ocurrir con las autoridades de turno en otros aspectos que son parte de las noticias del momento y que obedecen a esa coyuntura.
En 1996 se decreta el cierre de esta transformación mediante la Resolución 201/96, firmada por el Lic. Raúl Otero. Lo que sucedió no es más que lo que viene ocurriendo en el funcionamiento del sistema educativo, reformas y contrarreformas, avances y retrocesos, interrupciones que siempre tienden a empezar de cero que tira por la borda tiempo, recursos y esfuerzos, perdiéndose la posibilidad de acumular, desarrollar experiencias generando masa crítica necesaria. Todo eso se pierde y deviene en frustraciones sociales continuas.
Desde la organización gremial de ese entonces manifestamos la profunda necesidad de contar con recursos necesarios y suficientes para garantizar la estructura básica necesaria para que la transformación no tuviera sobresaltos. La decisión política existía, pero fue más allá en los inicios de esta modificación, había que llegar a todas las escuelas con la rapidez necesaria para que se viera traducida en votos la continuidad del poder. Estos errores se pagan caros, no se quiso escuchar al gremio, ya que ante la masificación de una medida que demanda condicionantes edilicios, de espacios, de formación, salariales y de materiales que permitan apoyar los fundamentos que se ponen en juego, no se pusieron, sobre todo cuando se quiere transformar para cambiar definitivamente. Si eso no es así, actúa el imperio del como sí, y en estos errores más de un representante político de gobierno y partidario se vieron apurados por la necesidad de continuidad en el poder, aunque sus discursos no reflejaban esa verdad. El gremio era tildado de retrógrado por exigir seriedad y el no a los apuros partidarios.
Las transformaciones de fondo en el sistema educativo son procesos largos que merecen los apoyos y observaciones, como en el inicio del CBU, para corregir, profundizar y continuar pensando siempre en lo pedagógico, en lo social, cultural y como respuesta a la demanda de la ciudadanía, ávida en encontrar una Escuela Secundaria que produzca permanentemente estas sensaciones, no sólo en los estudiantes, motor principal, sino también en las familias ya que les produce una alegría en el conocimiento y en los resultados. Esto sucedió en ese inicio. Lamentablemente las interrupciones se producen más de las veces cuando las transformaciones toman vuelo propio y generan más debates y producción de conocimientos de lo que se esperaba políticamente. Esto fue lo que pasó y no por problemas económicos como siempre se adujo para que un sector político terminara con un proceso real de transformación porque ya empezaba a tener vuelo propio. Pasaron treinta años de esa intención y quienes recordamos esto somos los que vivimos la misma porque en las historias personales e institucionales se nos adosó el ADN de esa intención de transformación permitiéndonos ser modificadores de la realidad.
Hoy después de treinta años volvimos al pasado, pasamos por estructuras de estudio, que venían de la propia dictadura militar, por intentos de modificación, por espacios que simularon la posibilidad de recrear aquello que se añora permanentemente. Los datos estadísticos de promoción, abandono, y de aprendizajes mínimos cada vez han sido mayores. Por eso urge, decisión política y económica mediante, definir un proceso profundo con prisa, pero sin dejar los pasos necesarios y suficientes para que lo que venga se defina como el proceso que perdure en el tiempo. Hay anuncios al respecto, hay trabajos iniciados desde el año pasado pensando en una transformación. Lo que no hay son acuerdos políticos entre todos los sectores para definir una política de Estado en relación a tomar a la transformación como tal.
La Escuela secundaria no soporta más nuevos fracasos, la sociedad tampoco.
Vale recordar y valorar este proceso y por supuesto el esfuerzo y conocimiento que todos y todas pusieron en las Escuelas para producir ese hecho que siempre vuelve a la memoria.
Marzo de 2016
Silvia Costantino Héctor Roncallo
Sec. De Nivel Secundario Conducción 2013/2016 – Vocal (2013/2016) – Ex Sec. General (1986-1992)
Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación de Río Negro