Hoy se cumplen cuatro años del asesinato de Atahualpa Martínez Vinaya, 18 años, estudiante secundario en Viedma, militante barrial comprometido con su pueblo originario, con hermosos sueños truncados. Nada se sabe, un expediente con miles de hojas, ningún avance. El año pasado su mamá, Julieta, peregrinó desde el lugar donde apareció muerto, en las afueras de Viedma, hasta la plaza San Martín, frente al edificio donde reside el poder judicial de Río Negro, empapelando cada poste o pared con fojas del expediente inútil. Todo un símbolo de la frondosa inutilidad del poder judicial cuya mayor producción es la impunidad. ¿Cuántas fojas inútiles habrá sumado durante este año el expediente de Ata? ¿Cuántas fojas sumarán ya los expedientes de la impunidad para los crímenes de los pibes de Bariloche, Bonefoi, Carrasco y Cárdenas, asesinados entre el 16 y el 17 de junio de 2010, por la policía de Río Negro, bajo las órdenes del comisario Cufré y el ministro Larreguy? ¿Cuántas tendrán los expedientes de Coco Garrido, asesinado en la comisaría de El Bolsón en enero 2011 y el de Daniel Solano, desaparecido en Choele en noviembre de 2011, luego de una extraña intervención policial? Otras muestras de impunidad e inutilidad del poder judicial, que tiene una larga historia de impunidad, desde el doble crimen de Río Colorado, los dos triple crímenes de Cipolletti y tantos otros, más de cien casos.