El colectivo LGBTIQ, se encuentra entre los sectores populares, doblemente victimizados, sin acceso a la salud o estigmatizados cuando lo logran. Una parte de nuestra sociedad no logra entender la importancia de tener un nombre, un cuerpo que muestre la identidad autopercibida. No es un privilegio operarse, cuando esto implica la posibilidad de acceder a estudiar, un trabajo en blanco, una obra social. Por eso celebramos la decisión de la familia de Lulù, que luchó junto a su hija de 6 años para que se respetara su identidad, porque además permitió visibilizar la infancia Trans, abrir el debate dentro y fuera de las aulas, para comenzar a repensar nuestra tarea cotidiana.